TrailWalker Intermón Euskadi 2017 | No pain. No gain. Por Iván Sánchez.

Este sábado pasado hice una de esas experiencias que son tan duras como gratificantes. Alguien dijo alguna vez sin esfuerzo no hay recompensa, ese famoso “no pain no gain”, pues esta aventura nos ha proporcionado esa recompensa con letras mayúsculas que solo se disfruta de forma interior; esas que te sacan una sonrisa cuando piensas en ellas recostado en la cama al final de una dura jornada; de esas que unen lazos y convierten a los compañeros en amigos; esas recompensas que están reservadas para aquellos que, por un pito o por una flauta, o simplemente por darle sentido al CARPE DIEM de Horacio, un día se levantan y dicen… ¿por qué no??.  Y desde entonces madrugan, se olvidan de los divertimentos del botellón por un tiempo y se dedican a darlo todo para que al final la llegada a tierra firme por ese angosto mar sea sin problemas, incluso con disfrutes. Y eso que realmente este tipo de “proezas” (espero me permitan la libertad de llamarlo así),  se disfrutan más si cabe mirándolas hacia atrás, desde la cómoda perspectiva que da una cerveza con amigos o una conversación en el sofá de casa, recordando cómo fue y que “mal lo pasamos” mientras nos reímos al decirlo.

Además, animo a todos aquellos que tenían dudas en realizar algo así, aquellos que se descubren a sí mismos admirando a los que cruzan la línea de meta y piensan “ese podría ser yo”, a que no duden más y se lancen. El resultado solo puede ser bueno. Este tipo de proyectos únicamente pueden realzar lo bueno que hay en ti y hacer crecer tu paz interior. De hecho, este es el verdadero motivo por el que las peregrinaciones a lugares santos purifican una vez llegas, no porque el santo de turno te da su bendición, ni porque buda se apiada de ti, sino porque en el trascurso del trayecto tus necesidades se convierten en las básicas, y aquellos problemas superfluos, los “dramas del primer mundo” según un primo mío, al que tengo mucho cariño, desaparecen. Ya nadie se preocupa de si el vestido que me compré me hará juego con los zapatos de tacón o si me aprieta de la sisa (siempre he querido decir esto), o de si mi vecino aparecerá con su flamante nuevo iphone25. Lo único que importa es comer, andar, y llegar. Y me pregunto yo, ¿qué hay más grande que eso?

Por último te tengo que decir si de verdad te animas, que te busques una buena compañía. Yo en esto tuve mucha suerte, ya que la aventura fue con mis amigos de Pinchaaquí, (entre los que se encuentra mi parte complementaria) y esto lo digo con la boca llena, porque como ponía en el kilometro 95, “SOLO SE LLEGA ANTES, ACOMPAÑADO SE LLEGA MÁS LEJOS”, y con ellos además, te lo pasas bien. Gente cercana, permeable, amiga de sus amigos, ese tipo de colla con los que te irías a guerra con los ojos vendados y una mano atada a la espalda. A vosotros, Pinchawalkers, solo me queda aplaudiros por campeones.

¡Va por vosotros!